Nuestros dilemas —que Rollo May entiende como polaridades y no como contradicciones del todo insolubles— son la gran variedad y riqueza de la naturaleza humana, por una parte, y su monotonía y mezquindad, por la otra. ¿Cómo reconciliar la mayor generosidad y la extrema crueldad, la capacidad para el razonamiento y la conducta irracional, la confianza en nuestros potenciales creadores y el desesperado pesimismo autoderrotador? Aunque estas polaridades nos ha empujado a construir culturas y civilizaciones, sin embargo, no resuelven, sino más bien intensifican nuestros sufrimientos anímicos.
«La gente busca en la psicología la respuesta a los problemas del amor y la angustia, de la esperanza y la desesperación. ¿Qué reciben como respuesta? ... Se descarta el amor y se lo reemplaza por el sexo, en lugar de angustia se habla de tensión, la esperanza se transforma en ilusión y la desesperación en depresión». Rollo May ataca la fría neutralidad científica que se exige hoy a los psicólogos y sostiene que para poder convertir la psicología en una verdadera «ciencia de los seres humanos» hay que estudiar atentamente sus expresiones más profundas. Las encontramos en la literatura clásica, en el lenguaje de los símbolos y en el arte, que Rollo May analiza aquí en los clásicos griegos, en Shakespeare, Goethe y varios autores contemporáneos para mostrar cómo la psicología puede profundizar el conocimiento de los conflictos humanos universales.
Estas reflexiones críticas a favor de una humanización del campo de la salud mental tienden un nuevo puente de confianza entre el público cada vez más escéptico y una psicología responsable y comprometida con sus posibilidades de ayudar.